Ft. Lauderdale, Agosto 2025.
En las últimas semanas la vida, incluyendo mi mujer y viejos amigos, me han bombardeado con la relevancia de abrir el corazón.
Yo he sido un tipo bastante analitito, sin embargo con todo mi despertar espiritual, he desarrollado una aguda intuición y relación con mi sutilezas y sensibilidades que me permiten navegar la vida, más allá de la racionalizada y la lógica. Soy consciente de mis emociones, y me permito ser coherente y decir lo que pienso y siento. No siempre digo las cosas amorosas, y por ahi mi mujer me ha dicho que habrá corazon.
Efectivamente me propuse abrir el corazón. No fue complicado. Lo más retador para mi fue aceptar que no tenía el corazón abierto.
“!!!Tu problema es que tienes el corazón cerrado!!!”. ¿Quién ? ¿yo? Nada que ver! DEcia yo, luego de escuchar la cantaleta de mi mujer.
Ahora bien, ¿Cómo determinar o medir, o sentir que tengo el corazón abierto o cerrado?.
Bueno, cuando tres personas distintas, en distintas partes del mundo, te dicen que la solución es abrir corazón, llénate de humildad y pregúntate si será que has de abrir corazón (por que lo tienes cerrado, o cuando menos no muy abierto).
Así fue, en mi caso primero acepté y recibí el mensaje, luego solté la resistencia a aceptar que no tenía mi corazón abierto. Estaba aún mucho en la mente y en ciertos pensamientos que me hacían permanecer desconectado con la vida, con el amor de existir, y de simplemente Ser.
Luego de soltar la resistencia, procedí a pedir y decidir abrir el corazón.
Recuerdo – en mi caso soy mucho de orar, agradecer y meditar, y luego de hacer mi rutina de meditación trascendental de unos 20 minutos en la mañana, recordé hacer una meditación de abrir corazón que hacía años había aprendido de un taller con Dr. Joe Dispenza. Así hice, mantuve mi postura de meditación, y medité unos 10 minutos más, con la intención de sentir y visualizar abrir mi corazón.
Sentí un calor y una vitalidad, una energía, una sensación plácida en mi pecho. Yo personalmente valoro las experiencias sensoriales, y las he aprendido a replicar. Con lo cual, esa sensación confirmó mi decisión de abrir el corazón.
Desde ese día, he experimentado otras emociones, incluyendo tristezas que no había percatado que aún sostenía. Las pude identificar, aceptar y soltar.
Abrir el corazón me hizo reconectar conmigo mismo aún más profundo, y dejarme guiar por la vida, por mi instinto, para tomar acción inspirada sin dudar, sin cuestionar sin ser tan autoexigente y perfeccionista.
Abrir el corazón, me ha regalado integrar ese aspecto de mi que me ha permitido aún ser más genuino, auténtico, y sincero, primero conmigo y por ende con todo el mundo, comenzando por mis seres queridos, colaboradores, amigos y clientes.
Pregúntate: ¿Tengo el corazón abierto? ¿Estoy decidido a abrir mi corazón?
Respóndete estas preguntas y permítete experimentar el efecto de tu decisión. Te leo.